20050626

¿Siempre así?




No es siempre así. No puede ser. Tú sabes, sabemos.


La combinación de elementos; el cuerpo, la risa, la piel; los movimientos. La manera en que los ojos se resisten a callar cuando quieren guardar todo. La luz de esa noche, los labios delgados, las onomatopeyas. Esa manera de besar, de recibir; dar.


Lo sabes.


Eso, esto no sucede siempre...el temblor, el tartamudeo.


Creo más en Estar, estar en la piel, en el tropiezo que nos hace creer que la caída esta vez vendrá sin lastimarnos.




¿Lo sabes?

20050624

¿Como se le llama a eso que hacemos cuando besamos, recorremos, exploramos, nos perdemos (para luego re encontrarnos) y sin embargo no hacemos el amor?



No lo sé. Coger suena raro, rico pero raro? Coger suena a cojear, a falta de, a desnivel, a carencia.


¿Cómo se le llama a eso que hacemos cuando recorremos, exploramos, nos perdemos (para luego re encontrarnos)?


¿Escribir, leer?


No entiendo nada, como puedes ver, nada. Cuando se trata de la piel, me tropiezo. No es que tenga miedo (aunque a veces lo tengo). Es sólo que tu piel me tiene enganchada como una novela, una buena novela, tu cuerpo es texto y yo te leo. Pero también te escribo, palabras en la espalda.

--Sé que te gusta imaginar--




¿Cómo le llamas a eso que nos produce vértigo, desconocimiento, temblor, ansiedad y que sin embargo no es miedo?




No guardo silencio, te busco en ese territorio donde la primera persona del plural se expande. Donde las preposiciones se intercalan, cómodas, entre nuestros cuerpos.





(no es miedo).

EL UNIVERSAL

Artes Visuales

Mónica Mayer *
24 de junio de 2005


La inquietante semana de las mujeres barbudas

Allá por marzo me llegó un correo electrónico de la escritora Amaranta Caballero de Tijuana avisándome de un proyecto. Lo leí, sonreí y me apunté.

El mensaje era una convocatoria para participar en La inquietante (e internacional) semana de las mujeres barbudas. Era una invitación a "desmarcar el vello facial, apropiándoselo de formas lúdicas, inesperadas". Amaranta y sus aguerridas compañeras proponían "desmarcar el género, volviéndolo tan flexible y cambiante como es". Irreverentes como lo son, confesaban: "Se trata de hacer una travesura. Se trata de pasársela bien". En estos tiempos de agobio social y de violencia, una invitación así no sólo era una brisa fresca, sino una forma de resistencia virulenta (por aquello de lo contagiosa).

La manera de participar era sencilla. Había que enviarle una foto por correo electrónico a Amaranta, a Cristina Garza o a Margarita Valencia y ellas se encargarían de ponernos barbas virtuales. De ahí en adelante fue como una bola de nieve. Empezaron a surgir textos y videos. Decenas de mujeres (y hombres) enviaron sus fotos. La tentación también le llegó a la revista Tentación. Échele un ojito mañana que la reciba con su periódico. La red de complicidades creció.

El proyecto surgió cuando Cristina Garza vio la obra de las artistas visuales Ana Mendieta (Cuba, 1948-Nueva York 1985) y de Zoe Leonard (Nueva York, 1961) pero la excusa podría haber sido el extraordinario cuadro de La mujer barbuda del pintor español José de Ribera (1591-1662) o alguno de los performances con barba de la mexicana Pilar Villela (México, 1972). El hecho es que la idea (y la realidad) de la mujer barbuda sigue siendo inquietante y atractiva, aterradora y lúdica. Es material de primera para el arte.

Reflexionar sobre las barbas femeninas nos puede llevar por muchos caminos. Cuestiona los cánones de belleza que consideran el vello como algo sucio, obsceno: por algo hay tanto producto para depilarse. Descubre nuestro miedo a la diferencia: la barbuda ha sido bruja, personaje de circo, fenómeno. Incluso hay un viejo refrán que dice, "a la mujer barbuda, de lejos se la saluda". Pero también impugna las muy limitadas ideas de identidad y de sexualidad que acepta la sociedad.

El clan de barbudas está haciendo su primera aparición en la Casa Refugio Citlaltépetl (Citlaltépetl 25, colonia Condesa). Ahí se exponen fotografías de Mariano Aparicio e Yvonne Venegas, de escritoras, académicas, artistas, etcétera. con barba (entre ellas Marta Lamas y Myriam Moscona) y las fotos intervenidas por Amaranta Caballero que también están en www.unblogpropio.blogspot.com.

Hay videos de Adolfo Estrada, Maggie Valencia, Elena Escobedo y Xóchitl Zepeda y una veintena de textos de las participantes. La exposición se inauguró el 18 y termina mañana. Anoche hubo una lectura de textos.

Otras de las barbudas/os son Sandra Lorenzano, Carla Faesler, Mónica Nepote, Rocío Cerón, Mónica Szurmuk, Maritza López, Amelia Suárez, Ishtar Cardona, Bárbara Colio, Cristina Peri Rossi, Vizania Amescua, Ana Clavel, Patricia Vega, Adriana González Mateos, Noé Morales, Luis Felipe Lomelí, Françoise Roy, Francesca Gargallo, Elena Guiochins, Juliana Faesler y Abril Castro, que fungió como curadora.

Por lo pronto, ya estoy usando mi barba. Es una piochita monísima. He descubierto que traer barba se siente calientito. Es un antifaz protector, de ahí que también dé poder. La barba es una máscara, pero qué rico es acariciarla (por algo llevo 30 años con Víctor Lerma). Ahora acaricio su rostro, pero también el mío.

*Artista visual.
http://www.pintomiraya.com.mx

20050620

Lunes 20 de junio de 2005

Reivindican el derecho a desobedecer las intolerancias

Irrespetuoso comienzo de la Semana de las Mujeres Barbudas
Arturo Jiménez

De pelos y vellísimas lucieron una veintena de narradoras, poetas, periodistas, académicas, fotógrafas y artistas visuales durante la inauguración de la muy anunciada Inquietante e Internacional Semana de las Mujeres Barbudas, en la Casa Refugio Citlaltépetl. (La Jornada, 12/05/2005).

Estamos aquí, leyó la escritora Cristina Rivera Garza, en nombre de todas las barbonas y bigotonas, quienes cayeron en esa (des) gracia por desobedecer a sus padres y a todo tipo de intolerancia, y enlistó:

"Para mirarnos con asombro, para cruzar definiciones de género como quien cruza la calle, para echar relajo, para celebrar cierta masculinidad propia (y cierta ajena), para ser monstruosas (o para dejar de serlo), para preguntarnos ¿qué es ser hombre?, ¿qué es ser mujer?, ¿qué es ser otro?, para desidentificarnos, para mesarnos la (ergo) barba, para desobedecer, para dar la cara, para hacer una travesura, para ser tu espejo empañado, para pasarla bien."

Al sol lánguido de la tarde sabatina algunas de las desobedientes mujeres mostraron sin pudor sus piochas ante la discreta mirada de escándalo de los transeúntes de la colonia Condesa, como la dramaturga Bárbara Colio, quien en su nombre lleva la fama y a quien le informaban sin que les preguntara:

-Las mujeres vestidas de hombre se fueron por allá -señalándole la Casa Refugio.-Pero si no estamos vestidas de hombre -les aclaraba la escritora bajacaliforniana acariciándose los pelos de la barba, pero envuelta en zapatillas y mallas beige y un vestidito negro.

Con su respuesta Bárba-ra, sincera al reconocer que nunca había logrado atraer tantas miradas como ese sábado, daba pie a un improbable debate sobre la gran diferencia entre lo que se ve y lo que se dice, o un análisis semiótico acerca de la validez relativa del famoso dicho: lo que se ve no se juzga.

Entre las bellas, velludas, velluditas también estaban Myriam Moscona, Francesca Gargallo, Mónica Nepote, Mónica Mayer, Carla Faesler y muchas más, todas respetables por irrespetuosas.

Pubis en la cara

Luego de una barbera y antioficial inauguración, todos los asistentes, velludos y lampiños, se desparramaron por los saloncitos de la casa refugio para ver a las peludas creadoras fotografiadas por Mariano Aparicio e Yvonne Venegas.

También pudieron apreciar las bárbaras intervenciones fotográficas (con barbas digitales) de Amaranta Caballero Prado y dos videos (en la semana proyectarán otros) de Adolfo Estrada, Maggie Valencia Triana, Alpha Elena Escobedo, Xóchitl Zepeda-Blouin.

En la espalda de una barbuda videograbada se leía: no tengo un pelo de tonta.

En el patio trasero de la casa también pudo verse una escena de una rasurada farsa melodramática -aunque el protagonista era una mujer barbuda de nombre Mauricio- de la obra Plagio de palabras. Debe reconocerse que el dilema del drama sí puso los pelos de punta (y las barbas a remojar) en su clasisismo: gay o no gay, esa es la cuestión.

Pegadas en las paredes, en carpetas se colocaron textos fotocopiados de varias creadoras peludas, para que fueran tomados por quien quisiera. En uno de ellos, titulado Inocencias barbadas, Ana Clavel bordaba sobre poblados pubis femeninos afeitados.

En otro, llamado La isla de las Mujeres Barbadas, Cristina Peri Rossi escribe en las primeras líneas: "En el continente de la Utopía, rodeada de mares (el Mar de la Melancolía, el Mar de Leche, el Mar de la Menopausia y el Mar de Espejo), se alza la isla de las Mujeres Barbadas, aquellas a quienes el vello del pubis se les subió a la cara por su facultad de amar a otras mujeres."¿Señora, por qué trae barba?

Mónica Mayer también puso sus fotocopias, tituladas La travesti involuntaria, donde cuenta que, aunque le encanta ser mujer, suelen confundirla con hombre. Los debates en su familia sobre el leninista qué hacer se acabaron cuando la invitaron a participar en la muy espectacular Inquietante e Internacional Semana de las Mujeres Barbudas.

"¡Ponerme la barba fue increíble! Primero noté cuán desnudo había estado mi rostro. Después observé que me gustaba acariciar mi propia barba. Por último comprendí que no me molestaba disfrazarme de hombre, sino ser travesti involuntaria. Ahora me dicen: '¿Señora, por qué trae barba?'"

Contra el mito

En dos cuartillas firmadas por Sayak/Margarita Valencia Triana, fechadas en Madrid, tituladas Welcome to Hairy Tales y colocadas junto a uno de los videos, se advierte:

"Cuidado: Esto es una irrupción táctica contra los mitos criptoreligiosos que acompañan a la idea de cuerpo y género.
Precaución:
No somos drags vaciadas de contenido, ni fashionistas extremas.
No somos kitsch-optimistas, ni exhibicionistas vulgares.
Somos lúdico-práctico-críticas."

El material expuesto en esta irrupción táctica podrá apreciarse toda la semana en la Casa Refugio Citlaltépetl.
El día 23, los Jueves literarios se asociarán a la semana barbuda. A la lectura podrán asistir todo tipo de hombres, mujeres y demás seres humanos con pelos en la cara. Un lugar virtual para saber más sobre este cruce de definiciones de género es: http://www.unblogpropio.blogspot.com/.

20050618

YA ESTÁ AQUÍ

Finalmente, lo que usted tanto esperó.

Para mirarnos con asombro, para cruzar definiciones de género como quien cruza la calle, para echar relajo, para celebrar cierta masculinidad propia (y cierta ajena), para ser monstruosas (o para dejar de serlo), para preguntarnos ¿qué es ser hombre?, ¿qué es ser mujer?, ¿qué es ser otro?, para desidentificarnos, para mesarnos la (ergo) barba, para desobedecer, para dar la cara, para hacer una travesura, para ser tu espejo empañado, para pasarla bien.

Hoy da inicio La Inquietante (e Internacional) Semana de las Mujeres Barbudas.
Casa Refugio Citlaltepetl
(Citlaltepetl 25, col. Condesa)
Sábado 18 de Junio, 2005
18:00 hrs.

Fotografías de Mariano Aparicio (Guadalajara, Jal) e Yvonne Venegas (Tijuana, B.C.).
Foto Intervenida por Amaranta Caballero (Guanajuato/Tijuana).
Estudio Fotográfico In Situ de Maritza López.
Video de Adolfo Estrada (Toluca, Mex), Maggie Valencia-Triana (Zacatecas/Tijuana/Madrid), Xóchitl Zepeda-Blouin (Ciudad de México-Paris).
Escena Teatral de Elena Guiochins (Ciudad de México), Plagio de Palabras.
Blog "Un Blog Propio" (www.unblogpropio.blogspot.com) del Colectivo La Línea (Tijuana-Madrid-Tierras Altas).
Textos de Cristina Peri Rossi, Vizania Amezcua, Mónica Mayer, Francoise Roy, Myriam Moscona, Mónica Nepote, Noé Morales Muñoz, Ana Clavel, Francesca Gargallo, Sandra Lorenzano, Adriana González Mateos, Luis Felipe Lomelí, Carla Faesler, Ishtar Cardona, Abril Castro, Cristina Rivera-Garza.
Curaduría dirigida por Abril Castro (Tijuana).

Vodka VK cortesía de Humberto González.

PASE A VER A LA MUJER BARBUDA!
ASÍ QUEDÓ POR DESOBEDECER A SUS PADRES!

NO SE LA(S) PIERDA!

--crg



TANGO

La ciudad no eras vos
No era tu confusión de lenguas
ni de sexos
No era el cerezo que florecía -blanco-
detrás del muro
como un mensaje de Oriente
No era tu casa
de múltiples amantes
y frágiles cerraduras
La ciudad era esta incertidumbre
la eterna pregunta -quién soy
dicho de otro modo; quién sos.


"Otra vez eros" 1994




20050615

Besa como quien no tiene prisa.


Como si su lengua fuera un delicado flagelo.


Una cuerda floja de la que pendo en vilo.


La línea donde termina la cordura.


Un látigo.


La horadación (tenue) de la espalda.


El vértigo.


Besa como quien toma aire y a punto de hablar decide callar.


Cómo un iniciado que súbitamente vuelve a creer.


Como quien por voluntad propia tira el reloj.


Como quien decide no voltear atrás


Como quien guarda un secreto.




Como quien se va.




20050613

Del miedo a los temblores.




Dice que nunca ha perdido la cabeza, que no entiende eso del deseo, que su cuerpo es un vecino civilizado. Dice, de manera despreocupada, que simplemente es así. Pero a mi no me engaña, yo adivino en sus ojos un asomo de resistencia. No estoy segura del todo si son sus ganas de perder la cabeza o el vecino que en realidad es un verdadero insurrecto; o sólo son mis ganas, mi terquedad (esa insistencia) pero sospecho que su problema es el miedo a los temblores (perder el piso, el vaivén). Sí, la fobia a los movimientos terráqueos (¿ya dije que su elemento es tierra?), sí el miedo a la actividad sísmica. Al terror que es capaz de provocar una convulsión seguida de otra y luego de otra.



(ese estremecimiento)



Ese abandono.






20050610

Cuando ella habla del miedo, llega el recuerdo imprudente. De mi, de tantas veces el miedo. Ese que vestimos. Que duerme a mi costado, a tu costado. Que nos encuentra de sorpresa al doblar la esquina de cualquier calle. Llega la desesperación por nombrar lo innombrable, llegan las ganas de creer por que sí, porque tengo ganas porque da igual. Llega el impulso de lanzarse al vació con los brazos abiertos como un acto de fe.

Pero siempre recapacito.



20050608

A-Z


Se filtra la luz por la ventana (desnuda) y ella es entonces como el alfabeto...

entramado frenético en el que confluye todo


(Un poco del bien

Un tanto del mal)


El acto de escribir

El placer y los brazos abiertos. La sorpresa del reconocimiento.

(un recuerdo lejano)

El rastro de maquillaje sobre los párpados.

La inminencia del deseo. La urgencia. La contundencia.

El sonido del eco.

El demonio en la palabra lúdica.

La vulnerabilidad de la miopía.


Un ruido pegado a la ventana.

20050607

La mancha escarlata



Cuando salió, el cielo estaba oscuro. Mientras cerraba la última puerta repitió en su cabeza una lista de las cosas que tenía que revisar antes de salir de viaje: las tomas de gas, las cerraduras, las luces, las llaves de agua. En ese momento notó que el grifo del jardín goteaba. Se agachó y la cerró instintivamente. Sintió algo en la mano, se sacudió con violencia pero continuó sintiendo la viscosidad en la piel. Asumió que era el cuervo muerto de un caracol. Volvió a abrir la llave y se lavó bruscamente. La viscosidad persistía. Húmeda. En ese instante pensó en Ella, se permitió recordarla. Se secó las manos con la tela del pantalón que apenas tocaba sus piernas. En ese momento llegó a su mente, de la nada como el deseo, la imagen de una estatua de sal y se dijo en voz alta: no voltear hacia atrás, no retroceder. No permitir al tiempo que habite el cuerpo como una joroba.

Eran los primeros días de mayo así que las noches no eran frías del todo; habían terminado las ventiscas y el aire empezaba a ser cada vez más cálido. Las ventanas lucían claras, como una sonrisa. El plata del cielo era cada vez más azul. Respiró profundamente como si en ese respiro pudiera tragar el paisaje, ese territorio.

No había señales del taxi. Miró su muñeca en busca de la hora, costumbre que conservaba aún después de que hacía muchos años había renunciado a medir el tiempo. Buscó su celular pero se había terminado la batería. Sonrío como un resignado.

Decidió caminar la cuadra que lo separaba del boulevard y subirse a un taxi de ruta. Pensó en todos los rastros que se marcharon antes que él y que se habían convertido en nombres vacíos, en fotografías del olvido. Detuvo un taxi rojo. Siempre le fueron incómodas las explicaciones así que disfrutó no tener que indicar al taxista el lugar a dónde iba, se sumergió en el asiento como el vehículo en el río de luces rojas.

Cuando bajó en la calle Revolución observó los burros cebras, el hombre de la bicicleta y el perro, los zapatos suspendidos en los cables de la luz, la calle apretujada, las putas. No pudo negar la nostalgia que colgaba de la espalda como la mochila. Supo que es día era ya el ayer. La punta del trompo taladrando la tierra.

Dobló la esquina. Entró a un bar oscuro y atestado. Una mesera le tomó la orden. El ruido de la botella ámbar al estrellarse en el suelo vino después del disparo. Luego, la mancha escarlata.