20031220

Tomo entre mis manos un pequeño objeto, lo recorro con las yemas de los dedos, siento su textura (me agrada) siento su forma rectangular. Lo sopeso. Es una caja, la sacudo cerca del oído. Me gusta la ausencia de sonido. Pienso en algunas de las referencias que tienen estos objetos (entre ellas el féretro, también la matriz, la vagina, el universo) Siempre me han gustado estos objetos. Me gusta jugar con la posibilidad de lo que pueden contener. Me gustan más cuando están vacías. Me gusta que pierdan su utilidad. ¿Será que los objetos que más me gustan son siempre inútiles? Creo que ésta no es una cualidad negativa. Ser unútil libera a los objetos del para qué, son y ya. Perse. (Aunque generalmente las cosas inútiles se convierten en objetos de contemplación. Así en ese orden, de manera inversa a como sucede en los seres humanos) Mi síndrome de Stendhal me exige que la pague, que la guarde en la maleta sin mostrarla a nadie, que la lleve hasta a mi casa, que le dé un lugar exclusivo en mi cuarto, que preferentemente la olvide. Todo para que el día que la reencuentre vuelva a sentir el placer de la primera vez que la vi. Pero el placer nunca será el mismo. No se puede desear con la misma intensidad dos veces. El fin del deseo inicia cuando se consuma. Así que no me obedezco, la dejo sobre la mesa. Ya alguien le dará utilidad.