Postal de Kara, enviada desde Barcelona.

Rescatar el servicio postal mexicano.

Hoy fui al correo, a las oficinas centrales, son monstruosamente grandes para la poca gente que contienen. De los 20 mostradores funciona uno. Estuve ahí por más de 30 minutos y sólo llegaron tres almas a preguntar algo, ninguna envío nada. Cuando deposité mis sobres en los túneles que conducen al sótano donde dividen la correspondencia, me di cuenta que en uno de ellos había telarañas. Sí, telarañas.

También fui a la oficina de telégrafos, había tres empleados en pleno alboroto, poco faltó para que sacaran las tortillas, el queso y la salsa. Aquel lugar parecía la casa de alguno de ellos; me vieron como si fuera un alienígena. Cuando pregunté si ahí era donde se mandaban los telegramas me dijeron que sí con cara de susto. Mandé un telegrama. Pregunté cuántos telegramas se mandan al día y me dijeron que el mío era el primero de la semana.

Ya sé que es muy lento, que no es confiable pero al mismo tiempo es tan, no sé, tan bello recibir un mensaje en papel y no en una pantalla plana o un celular. Es como escuchar un disco de vinil, patinar o andar en bici; volar un papalote.

¡Hagamos un movimiento nacional de rescate del servicio postal mexicano! retomemos el mail art, la poesía postal, lo que sea, mandémonos cartas o telegramas, postales, fotos, proposiciones indecorosas: lo que sea.

¿Cuándo fue la última vez que recibiste una carta? ¿Alguna vez un telegrama?

Tons, ¿le entras?