Se necesita la lluvia para dejarse arrastrar sin pretexto alguno, jugar a ser alfileres diminutos, puntas de acero. Abrirse camino cielo abajo. Lavar la sangre de estas calles. Llenar los pulmones de humedad mientras los labios. Sacar agujas verdecidas de los muros. Entrar a la ciudad sin miedo ni cautela. Ser tintineo urgente en la ventana de una espalda. Para volverse cause y arrebato. Diluvio de cristales.
Para llegar (volver) al mar.
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