ACLARACIÓN OPORTUNA
No es lo mismo (ni es igual) un simple Calendario a un Clandeslario, una cita a una ilícita.
...y sí, de todas las clases de citas prefiero las ilícitas
(que conste)
20040129
20040127
Cartas de amor
Hay ocasiones en las que definitivamente estoy de acuerdo con Pessoa, hay otras tantas (generalmente si estoy enamorada) en las que me le opongo. Hoy no. Es difícil mantenerse alejado de la ridiculez cuando se escribe una misiva o un correo amoroso. Muchas veces me ha dado pena (muy propia) leer las cartas de amor escritas años atrás. En el peor de lo casos me han dado pena las cartas recibidas. No creo que esto sea una consecuencia de la condición posmoderna ni nada por el estilo, simple y sencillamente todos alguna vez nos hemos pasado de cursis. Ahora sí que cursis hasta la ignominia. Lo que nos diferencia de las generaciones de antaño no es otra cosa más que la manera de deshacernos de las evidencias de nuestra cursilería. Antes generalmente se recurría al famoso (y muy poco recomendable) cajón de los recuerdos, o bien al recurrido acto de romper las hojas en mil pedazos (más seguro e irreversible) y si ya de plano ganaba la vena romántica siempre había la opción de quemar todas las cartas no sin antes derramar alguna que otra lagrimilla. Hoy todo se ha vuelto más fácil, hoy solo es necesario dar doble click al delete y San se acabó. Cataplúm. Problema resuelto.
(la lágrima todavía es una opción si te crees capaz de derramarla en el tiempo record en el que el relojito de arena de windows da toda la vuelta.)(Si a pesar del esfuerzo no hay lágrima, acuérdate de la papelera de reciclaje e inténtalo de nuevo).
Hay ocasiones en las que definitivamente estoy de acuerdo con Pessoa, hay otras tantas (generalmente si estoy enamorada) en las que me le opongo. Hoy no. Es difícil mantenerse alejado de la ridiculez cuando se escribe una misiva o un correo amoroso. Muchas veces me ha dado pena (muy propia) leer las cartas de amor escritas años atrás. En el peor de lo casos me han dado pena las cartas recibidas. No creo que esto sea una consecuencia de la condición posmoderna ni nada por el estilo, simple y sencillamente todos alguna vez nos hemos pasado de cursis. Ahora sí que cursis hasta la ignominia. Lo que nos diferencia de las generaciones de antaño no es otra cosa más que la manera de deshacernos de las evidencias de nuestra cursilería. Antes generalmente se recurría al famoso (y muy poco recomendable) cajón de los recuerdos, o bien al recurrido acto de romper las hojas en mil pedazos (más seguro e irreversible) y si ya de plano ganaba la vena romántica siempre había la opción de quemar todas las cartas no sin antes derramar alguna que otra lagrimilla. Hoy todo se ha vuelto más fácil, hoy solo es necesario dar doble click al delete y San se acabó. Cataplúm. Problema resuelto.
(la lágrima todavía es una opción si te crees capaz de derramarla en el tiempo record en el que el relojito de arena de windows da toda la vuelta.)(Si a pesar del esfuerzo no hay lágrima, acuérdate de la papelera de reciclaje e inténtalo de nuevo).
20040122
20040120
20040119
20040117
triste y devastadora y deliciosa
la voz
la boca
la cadera
(la escritura)
y esta sensación de violencia, de mutilación e injusticia, esta frustración
y luego la frase:
DE TAJO
y el verbo arrancar:
ARRANCAR DE TAJO
árbol muerto
que no existe
y no ha sido (lo inacabado)
el bisturí, el puño y la raíz
el árbol-el bisturí y el corte de tajo
y de nuevo la voz
la boca
la cadera …
.. triste
devastadora
y deliciosa
20040110
Me gustaba la manera en que veía el mundo. Un día despertó y estiró los brazos como si quisiera alcanzar algo muy muy lejano luego la vi levantarse e ir hacia el ventanal y dar los buenos días a Tijuana. La oí respirar profundo para llenarse los pulmones de luz, decía, luego la vi perdida en un punto en el horizonte que yo nunca atisbé. "Me gustan esos árboles franciscanos", dijo, Me levanté de inmediato y fui hacia el ventanal para ver aquellos árboles franciscanos y no vi nada y entonces solo pregunté: ¿Cuáles árboles? y ella levantó el dedo índice y me señaló un par de árboles justo debajo de nosotros (a los cuales debido a la cercanía de cables de electricidad les habían podado las copas) Me reí y volví a la cama. Ella permaneció en el ventanal.
Hoy me desperté y estiré mi cuerpo como si quisiera alcanzar lo inalcanzable, me levanté y fui al ventanal, sonreí al ver la ciudad tan en calma, tan debajo de esta luz y vi los árboles con la copa recuperada y recordé la frase y pensé como una epifanía que me gustaba la manera en que ella veía el mundo.
(a través del ventanal)
Hoy me desperté y estiré mi cuerpo como si quisiera alcanzar lo inalcanzable, me levanté y fui al ventanal, sonreí al ver la ciudad tan en calma, tan debajo de esta luz y vi los árboles con la copa recuperada y recordé la frase y pensé como una epifanía que me gustaba la manera en que ella veía el mundo.
(a través del ventanal)
20040107
20040106
21 de diciembre
Dejé aquel lugar a toda velocidad, a la hora de la víbora (justo antes del atardecer, cuando la luz es amarilla y horizontal). Salí con necesidad de huir pero sin saber de quién o qué. No se puede huir de uno mismo. (Soy mi propia villana, mi terrorista). Dejé aquel lugar decía, sin saber si agradecer o no a la amnesia vespertina. La carretera como siempre me reconfortó, la plática también (hablar de la luz y sus fantasmas siempre me es reconfortante). Llegué a la ciudad sintiendo algo que podría interpretarse como dolor en el pecho, como si todo aquello se hubiese quedado atorado en la red de mis árboles bronquiales.
Debió ser la contaminación.
20040105
18 de diciembre
Por la ventanilla veo la carretera de movimientos caprichosos, anárquicos y a lo lejos El Nevado (o lo que creo que es el nevado) mostrándose monumental. Toluca me recibe a 3º bajo cero, tomo el primer aliento y experimento el placer de sentir el aire frío llenar los pulmones. Electricidad.
La luz es diferente aquí, digamos más iridiscente y al mismo tiempo lenta. El invierno es seco y cruel, se encaja en la piel como un par de ojos anhelantes, llenos de deseo. Ansia.
No puedo saber que lo que sucederá, el frío congela también mis expectativas, las escarcha como a los toldos de los carros. Coches para sonar ad hoc. Habrá que esperar como otras tantas veces. Aunque no me guste.
"No espero nada, de hecho siempre he sido una desesperada: quiero acabarlo todo cuando aún ni he comenzado."
Xavier Velazco, Diablo Guardián
Por la ventanilla veo la carretera de movimientos caprichosos, anárquicos y a lo lejos El Nevado (o lo que creo que es el nevado) mostrándose monumental. Toluca me recibe a 3º bajo cero, tomo el primer aliento y experimento el placer de sentir el aire frío llenar los pulmones. Electricidad.
La luz es diferente aquí, digamos más iridiscente y al mismo tiempo lenta. El invierno es seco y cruel, se encaja en la piel como un par de ojos anhelantes, llenos de deseo. Ansia.
No puedo saber que lo que sucederá, el frío congela también mis expectativas, las escarcha como a los toldos de los carros. Coches para sonar ad hoc. Habrá que esperar como otras tantas veces. Aunque no me guste.
"No espero nada, de hecho siempre he sido una desesperada: quiero acabarlo todo cuando aún ni he comenzado."
Xavier Velazco, Diablo Guardián
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