Me gustaba la manera en que veía el mundo. Un día despertó y estiró los brazos como si quisiera alcanzar algo muy muy lejano luego la vi levantarse e ir hacia el ventanal y dar los buenos días a Tijuana. La oí respirar profundo para llenarse los pulmones de luz, decía, luego la vi perdida en un punto en el horizonte que yo nunca atisbé. "Me gustan esos árboles franciscanos", dijo, Me levanté de inmediato y fui hacia el ventanal para ver aquellos árboles franciscanos y no vi nada y entonces solo pregunté: ¿Cuáles árboles? y ella levantó el dedo índice y me señaló un par de árboles justo debajo de nosotros (a los cuales debido a la cercanía de cables de electricidad les habían podado las copas) Me reí y volví a la cama. Ella permaneció en el ventanal.
Hoy me desperté y estiré mi cuerpo como si quisiera alcanzar lo inalcanzable, me levanté y fui al ventanal, sonreí al ver la ciudad tan en calma, tan debajo de esta luz y vi los árboles con la copa recuperada y recordé la frase y pensé como una epifanía que me gustaba la manera en que ella veía el mundo.
(a través del ventanal)