20080210


Un día de noviembre, Leo Brower.



Ayer fui a un concierto de guitarra. Había olvidado el placer de escuchar ese instrumento. Escuchar con atención los sonidos que producen las cuerdas bajo la presión de unos dedos suaves. Ver esos dedos suaves llover los hilos de vinyl.


Siempre he pensado que es muy sensual ver a un guitarrista en concierto. Las formas sinuosas de madera sobre las piernas. La lentitud del tacto. La armonía. No había notado cómo esa sensualidad se multiplica cuando manos de mujer.


Fue un buen concierto, muy buen concierto.

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